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LAS SÁBANAS CURIOSAS



Tengo mi balcón –sí, ése que es de segunda, como mi piso y mi corazón- mostrando al vecindario curioso las sábanas que han servido, durante algo más de una semana, de lienzo a mis sueños y a mi alma. Hoy tardarán más en secarse. Llueve en la calle donde aboca mi estancia. Y la humedad es mala aliada para que los últimos vestigios del agua hiervan hacia la ausencia definitiva. En mi balcón han muerto dos plantas desde el invierno. El descuido hizo con ellas lo mismo que tú hiciste conmigo. Eran dos plantas prosaicas, de ésas que tratan de avivar los espacios de los solitarios. Es curioso a cuántos solitarios conozco provistos de dos plantas y un gato. Yo ya no tengo las dos plantas –ahora me conformo con una caña de bambú que se resiste a la muerte retorcida en su propio eje- y nunca he tenido un gato, porque una vez me dijeron que los gatos comen pelos y, no me pareció higiénico compartir mi casa con una especie que se alimenta de cabellos y pescado –odio el pescado y su olor a mar difunto.

Mientras escribo, cercano al balcón, mi mirada se estrella frontalmente contra las sábanas que dieron origen a esta misiva sin destino. Parecen nubes sin alma. Sudarios sin difuntos que les den volumen. Propietarias de sueños fantasmales que alguna vez embozaron mis desvaríos y duermevelas. Mínimas poseedoras de las pieles que ampararon -pieles níveas como la de ella a la que nunca olvido a pesar de su daño…

Mañana, porque ya hoy definitivamente la humedad lo ha evitado, las destenderé de sus alambres y, con la impericia que da la soledad para ciertos menesteres, serán mal dobladas y guardadas en el armario que ocupa con holgura cierta pared de mi dormitorio. Serán colocadas sin esmero en el mismo cajón donde abandono, por costumbre, los envoltorios de los jabones que uso -en mi pobre ilusión de que tomarán algo de su perfume mudo. Quedarán entonces allí. Quietas y allanadas. Listas para nuevas batallas o para simples vasallajes. Siguiendo su insalvable destino de fieles armaduras de mi colchón de látex y miseria…