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MI CUMPLEAÑOS ¿Y?



Hoy atesoro un día más. Dicho así no tendría mucha importancia o, a lo más, sonaría a frase hecha de algún tratado barato de autoayuda. Pero este día, justo este día, cuando el reloj que hace forma en mi pared marcaba las 00:00 –hora que siempre me evoca a un tren discretamente detenido- pasé de año como lo hace cualquier calendario en su rutina.

Si fuese filósofo –o sea, tuviese el entretenimiento de preguntarme lo que todos se preguntan pero con egregias interrogantes- podría dejar caer letras y letras sobre este pliego digital acerca del inexorable paso del tiempo. Si fuese escritor –esto es, escribiese aquello que a muchos se les ocurrió pero que sólo uno plasmó con adelanto y cierta decencia sobre lienzos pequeñitos y encuadernados-probablemente contaría una historia sobre una manecilla horaria que se resistía a crecer. Si fuese matemático podría entretener el día en contar cada partícula de tiempo que he ido malgastando por ese camino por el que gasté mis botas de montañero de llanura. Si fuese un amante versado –o sea tuviese esa capacidad de ser amado sin importarme el amar lo más mínimo- hallaría la forma de que el día me prestara las cuitas acertadas hechas por manos de núbil doncella. Si estuviese loco –estadio para el que aún me falta alguna mínima incoherencia- pensaría, digo yo que tal vez pensaría, que el tiempo anda hacia atrás y que hoy han desaparecido algunos achaques de mi cuerpo. Al no ser filósofo, ni escritor, ni matemático, ni amante versado y, no habiendo aún llegado a la nación de la locura –porque allí no llega quien quiere, sino sólo quien puede- sólo me queda agradecer con sonrisa de pájaro bobo las congratulaciones más o menos sinceras de los otros y mirar, con cierto recelo, ese documento donde afirman taxativamente que yo, junto a muchos otros, nací, para bien o para mal, en un día caluroso y apenado como hoy.

DESPIADADO DESTINO




Había intentado suicidarse hasta en seis ocasiones desde que ella lo abandonó dejándole apenas el resto de su perfume y el recuerdo de sus ojos almendrados... Había  saltado al vacío desde una altura impresionante. Se alimentó de medicamentos en ingentes cantidades. Arrastró sus venas por un tapiz de cristales rotos. Mantuvo su cuello enlazado en un alambre mientras su cuerpo se agitaba en el espacio. Se arrojó al río más caudaloso de la ciudad. Soportó a ciegas el paso de un expreso entre las alineadas vías del tren. Nada que hacer. ¡Ay! ¡Cómo maldecía el amor y cómo haber nacido gato!




(FUE GANADOR DEL CONCURSO DE “MICRORELATOS” DE LA PÁGINA WEB “QUELIBROLEO.COM” EN EL MES DE MAYO DE 2009)

SIN PENA...

Convoco esta noche ante el Alto Tribunal de los hombres que aún creen en los sueños. La convoco con sus estrellas mínimas y su altura bruna y desafiante. Quiero que responda por el ominoso desprecio a las pretensiones escasas de las almas sencillas. Que responda por su silencio caprichoso y vacuo. Quiero que el verbo del Juez la violente como ella arremete contra las palabras que se secan en las gargantas. Quiero que el Fiscal la conmine a que rescate la sal de todas las  lágrimas que pierden su destino. Si hay quien se sienta héroe bajo este trozo de universo que avizoran mis iris blanquecinos, que no se reconozca en esta historia que le han escrito, que me acompañe al banquillo de los acusadores: compartiremos cadenas contra el silencio que destilan las sombras infinitas.

EL TIEMPO ROE

Trasteo los minutos de la tarde como quien inquieta las teclas de un piano. Se adivina el verano. Denso y turbador. Como un dolor de encías en la boca de un anciano. El boceto del horizonte es intenso y ciego. Como un óleo pintado por un borracho. Los ruidos se encadenan y se mezclan como basura en los oídos recios que los atrapan. Hay miríadas de hormigas que trepan por el mismo árbol entonando el mismo silencio. La misma liturgia. El mismo camino. Somos devoradores del tiempo. De un tiempo que se deja morder porque conoce perfectamente el veneno de su jugo.

ADAGIO NOCTURNO PARA ESTROFA


El lento adormecer de la noche es la ancianidad del día. La hora exacta en que los pájaros desamparados anidan en el lecho de madera. El instante preciso en que el viento recela del viento y la oscuridad maltrata la línea de la minúscula existencia. La noche quieta, como la mar invertida, como el negro infinito de tu mirada.

Buenas noches y Feliz destino

Algo pequeñito...

 
 
Esta mañana, en que temprano dijo "aquí estoy" la amanecida, me he ido con mi libro sempiterno rellenito de palabras al parque que ilustra mi barrio... Sentado sobre la forja de un banco abatido de esperas, mientras leía la historia que me entretiene, me he maravillado con la sencillez del verdor recién regado de sal de estrellas, con los árboles desperezados al día, con los abuelos -que escuchan el silencio- con sus alpargatas nuevas...

No está mal, esto de tener un libro, un parque y un paisaje, no esta mal esto de estar vivo...

Feliz sábado y Feliz destino