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SÉ DE UN LUGAR



El lugar del que vuelvo tiene caminos verdes como nervios abiertos, y manadas de insectos que manchan con sus patas las palabras. Tiene árboles de bocanadas de humo que se izan desde los tallos hasta el horizonte, y un sabor a sal metálica en un aire que se comba por el peso de las lágrimas.

El lugar del que vuelvo tiene noches que hacen ecuaciones con las horas, y mañanas que patean los rimeros de las tímidas esperanzas. Tiene una soledad en cada esquina y sólo una nube huraña que engorda tragando jirones de cielo mutilado.

El lugar del que vuelvo tiene el alma labrada en la corteza de la espuma, y telarañas de cristal y seda en la cueva que  espesa la saliva. Tiene los ojos que deseo encerrados en una cárcel con un carcelero ciego, y una poza de fuego blanco donde se revuelven todos los ayeres.

Mis ayeres… ¡Dejad quietas las mariposas…!


El lugar del que vuelvo no está a la diestra ni a la siniestra. Se hace viejo en la misma baldosa en que escribo. Voy a él y de él vengo. Y sólo sé cuánto de mí se va quedando, cuando peso la merma de mi corazón y mis sandalias. 

HABLANDO BAJITO



Hoy te escribo bajito. Para que ninguna criatura de las pasean por mis noches me robe el vocablo escogido. Te escribo bajito, y sin palabras grandes de las que rebosan por las ventanas. No te voy a hablar de amor, ni de distancias, ni de tiempo. Son quimeras que, si alguna vez conquisté, hoy ya arramblaron con el forro de mis bolsillos. No voy tampoco a dibujarte con la estupidez de los misterios, ni a mencionar el color de tus ojos, ni a repetirme el olor de tu cuello…

Sólo te escribo, bajito, para que sepas que ahora yo, también estoy lejos de aquél al que dijiste que volverías un otoño. Ahora me entretengo fuera de mí. Adiestrando gorriones y despintando el vaho de las ventanas. Ahuyentando grillos  y escribiendo primaveras en las amapolas muertas. Gastando sandalias sin tener caminos que andar, y tiempo sin poner en marcha los relojes. Inventado siluetas tras las sombras ausentes de las sábanas dobladas…

Y todo ello, sí todo ello, sin saber quién de los dos está ahora más lejos de la ausencia…  

Fue esa la razón de esta misiva. Porque, ya que quedamos en volvernos -tú algo más que yo-, si mantienes tus intenciones, me mandes razón con el tiempo suficiente para que yo, también vuelva dentro de aquél que dejaste un día contando las pecas de tu espalda.