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EL TIEMPO ROE

Trasteo los minutos de la tarde como quien inquieta las teclas de un piano. Se adivina el verano. Denso y turbador. Como un dolor de encías en la boca de un anciano. El boceto del horizonte es intenso y ciego. Como un óleo pintado por un borracho. Los ruidos se encadenan y se mezclan como basura en los oídos recios que los atrapan. Hay miríadas de hormigas que trepan por el mismo árbol entonando el mismo silencio. La misma liturgia. El mismo camino. Somos devoradores del tiempo. De un tiempo que se deja morder porque conoce perfectamente el veneno de su jugo.

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