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LOS CAMINOS OLVIDADOS




¡Ay de vosotros caminos ásperos que desgastasteis mis cueros y mi alma!  Caminos viejos de árboles recios y tropas de escarabajos. De arboledas alambicadas y embaucadores manantiales. -¡Qué escasa agua para tanta sed!- Os he recorrido siendo compañero de la luz del septentrión y de las  horas oscura que el sur entrega a las brujas. Vientos ominosos han destrozado mi embozo y mis sayas. Jergones desabridos han deshecho mi espalda y alocado mi sueño. Semillas que, por azar, llegaron a mis bolsillos sembraron de hambre la mirada de los grajos. Veredas de Dante y  Virgilio. Arroyos de Neruda. Guijarros de Lorca. Todos compañeros espectrales de mis pisadas y mis pensamientos: las bocas de los árboles, las gárgolas de las amanecidas, los sortilegios de los insectos…

Sois todos vosotros los caminos que ya no recorro porque, a fuerza de desaciertos, me perdí entré en la tierra nivelada de la cordura. Es la misma tierra donde habitan los duendes de los necios. Donde danzan los bufones de los crédulos. Las meretrices de los clérigos. Los horizontes de los ciegos. Es la meseta de los poetas ociosos y los trovadores destemplados.

Yo quiero volver a vosotros. Mis caminos de antaño. Quiero volver a envenenarme con las aguas de vuestros regueros. Amar otra vez bajo vuestras sombras. Besar bajo vuestra nieve. Volver a ser barro y lluvia. Estiércol y lodo. Polvo y piedras. Porque sois vosotros, caminos de mis injurias, los que me llevasteis al reino de la exquisita locura, acompañado de un libro, un recuerdo y un paisaje por pintar.

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