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ÁRBOLES SIN SUEÑOS



¡Ay árboles que arrebatáis el espacio de mi parque! Árboles grandes como selvas y pequeños como pezones. Árboles altos y bajos, impenetrables y obvios, insuficientes y lujuriantes. Sois el crisol de sombras que cobija las letras en las que me vacío, el tamiz invertido que eleva mis fantasías. Sois la portada de un cuento de madera que me queda por escribir y las alas verdes de una mariposa que me queda por amar. Sois el aliento de hierba de la voz que me llama y me discute.

Os alimento cada tarde como se alimenta a las palomas -hierática mi estampa sobre la forja del banco que os sostiene. Os muestro lo que escribo y lo que callo, lo que pienso y lo que olvido. Sois la estampa inmóvil de mis batallas. Las exclamaciones de mis derrotas. Siempre vosotros. Necesarios e invisibles. Faltos de hileras que os rectifiquen. Nacidos allí y acá. Sorprendiendo a la tierra infecunda y urbana de este lugar que cada tarde me socorre. Sois como yo. Hartos de palabras. Armados de silencios. Impenetrables al aire que adoráis y que os lamenta con la luna. Sois así. Tejedores recios de esos sueños que sólo entienden aquéllos que nacieron con el alma de madera.   

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