Ando cargado de trozos. Como otros andan cargados de leños castigados o de urgentes primaveras.
Hay un trozo de paisaje en el dobladillo de mi lienzo ceniciento.
Hay un trozo de memoria en la maleta que acarreo y un trozo de niñez en mis calcetines
de colores. Hay un trozo de príncipe en el sapo que alimento y un trozo de
truhán en el carmín de mi solapa. Hay un trozo de dios en la oración que mastico
y un trozo de infierno en el pecado que me vence. Hay un trozo de tarta en
cada cumpleaños que abandono y un trozo de fiesta malgastada junto a mi zapato
de madera. Hay un trozo de palabra en cada silencio que mastico y un trozo de soledades
en el humo senil de mi cigarro. Hay siempre un trozo de beso en la quebranta de
mis labios y un trozo de caricia en mis brazos que aman y defienden. Y hay un
trozo de canción que tarareo a mi gato y un trozo de secreto escrito en un
cuaderno… Y hay un rimero de trozos en el fondo de tus ojos que, de cuando en
cuando, como hoy, rescato con mi voz disfrazada de poema…