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ESTUVE EN TI



Sí. Yo estuve allí. En el acantilado de sus labios. Junto a su espalda oceánica. Míos fueron los besos que se posaron en su cuello indescifrable. Y mías fueron las manos que sembraron sus muslos de humedales. Sí. Estuve allí. Sobre la construcción de su vientre penitente. Y mía fue la lengua que en su piel labró senderos carcelarios. Y allá me acomodé en sus pechos pequeños coronados de rosáceas primaveras. Y allá anduve dibujando mariposas en todo el lienzo que me prestó su cuerpo y su tálamo. Estuve allí. Donde sólo se atreven los que del verso malviven y de la soledad se acompañan. En aquella piel que tiene la maldición perfecta para que, eternamente, gire en la locura la brújula del visitante.

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