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ENTRETENIDO EN SER POETA






…Era como las bombillas antiguas de triste voltaje, puro chisporroteo y debilidad, y recuerdo que sólo en contadas ocasiones -concentrando con fervor el total de su energía- alumbraba escasamente la mitad de su sombra.

Era viudo y escribiente, mediopensionista y ex-noctívago -agotado el hígado y expectante la impaciencia de estar vivo-. Así lo conocí yo, intermitente y melancólico, apenas un filamento delgaducho del que escapaban fotones tímidos, casi arrepentidos de ser tan excepcionalmente veloces.

Me contaban que fue excelso poeta, que encadenaba endecasílabos con la pericia de un Góngora o de un Lope, que estuvo en las Américas y que vio marchar a los ingleses de las Indias Orientales. Que acaso tendría hijos y nietos y un baúl repleto de epístolas de amantes fatigadas.

Pero hoy todo aquello quedaba opacado en su estancia diminuta donde docenas de libros con sobrecubiertas umbrosas mordían las paredes. Y allí estuve yendo yo cada tarde, no sé durante cuánto tiempo, y todo con la esperanza de que tal vez juntando filamentos alcanzáramos media luna de luz tibia. Y allí, con su voz de ayer me recitaba versos lapidarios, interminables estrofas de métrica impoluta que me salpicaban de agujas los párpados vigilantes.


Luego te conocí y he pensado mil veces que te lo hubiese presentado, que hubiese hecho que lo conocieras, porque tal vez tú, todo luz, hubieses conseguido que volviera a masticar una sonrisa… Pero ya sabes, te necesito tanto, que ya no me atrevo a apartar tu haz de mi camino, porque todo eso fue ayer y yo no sé ya para cuándo arribará la infinita oscuridad a este hombro sobre el que hoy lees lo que escribo…

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