Hoy me he levantado sin sueños. Me los debe de haber robado
algún hacedor de hurtos de los que se empeñan en dejar sin ellos a los que
tanto uso les damos. El día está impetuosamente claro. Dibujado sobre un lienzo
tan azul como tus ojos cuando son azules. Hay un sol para cada célula de cada
ser del universo. Un sol arrogante y limpio que templa la lana que cubre a los
abuelos. Es un domingo certero. Exacto. Hecho a propósito para que yo eche más
de menos a mis quimeras cruelmente lastimadas. Si el día sigue valiente es mejor
que cierre las persianas. Y que encienda la luz que tiembla. Y que navegue
entre historias escritas por otros solitarios. Es mejor que no aparezca en las
aceras cinceladas por los haces. Que escoja sin desconsuelo este destino que
hoy me encarcela entre las sombras. Y que espere, sin sueños, hasta que mañana
el día reviente de flores heladas y me devuelva lo que es mío. Mientras, deseo que
este domingo, henchido de si mismo, rebose entre los soñadores de fortuna, entre
los marineros de las montañas y los cazadores de sonrisas, porque a mí ya no me
duele esperar en puerto a que llegue otro trozo de nívea primavera…
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