Ahora... mis días rompen tarde, como cangrejos
desmemoriados... Aún así –en la retaguardia- contemplo la cortina de sol sobre
un mundo que me parece menudo, como hecho a escala para un peregrino
pequeñito... Hay voces de perros entre las piernas de los que caminan. Perros
insignificantes que orinan su costumbre en las farolas que se yerguen hacia un
cielo que duele de azul. Hay saludos de desconocidos que creen conocerse y una
sonrisa pintada en un maniquí estrecho y desmadejado. Es el día. El día que bebo
tarde como una pócima olvidada. El día trémulo que pareciera teñido por un retratista
perturbado…A lo mejor mañana vuelve… Con sus cangrejos, su sol, sus perros, sus
farolas y sus desconocidos… A lo mejor mañana mi alma también se pierde entre los
cuerpos de los que vienen sin haber ido… A lo mejor mañana…
Feliz día. Feliz destino.
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