Se va marchando el olor a
noviembre. Apenas en unas horas se quedará sin ceniza su candelilla de
estrellas. Quedará aún otoño. Sí. Pero ya no quedará noviembre. Hoy será ayer y,
a nada, será esta tarde. Huele a lluvia por encima de las nubes y a chapines por
encima de la acera. Huele a incienso sobre mi escritorio ciego y a tinta sobre el
canal de mis papeles. Hay humo rebosando sobre un rimero de cigarros y una tos
impertinente que también me despedirá un día. Pero apenas hay noviembre. Sólo
el que cuenta para que hoy aún llueva otoño y, para que mis letras, hayan remendado
otro hatillo de tiempo.
Feliz día. Feliz destino.
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