Está templado este otoño.
Como tu vientre. Como tus intenciones. Como la sonrisa que cuelgas en el marco
de la ventana. Como el silencio que guardas en el último altillo. Como la curva
de tus pechos. Como el lunar inánime de tu ombligo. Como la oquedad impaciente de
tu cáliz dorado.
Está templado este otoño. Amagando
con su disfraz de primavera celestina. Escondido en las cortezas de los árboles
y en la miel de las colmenas. En las alcantarillas de las urbes y en la
techumbre de los pueblos. En los mares que empantanan el cielo y en las piedras
que profanan los caminos.
Está tibio este otoño. Como
la saliva que me robas en cada beso. Como la piel que me desgastas cada noche. Como
la espalda en que me entierras tu locura. Como las sábanas en que envuelvo tu
recuerdo. Como mi voz cuando te dice te quiero y te quiero y te quiero…
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