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HAY NOCHE




Hay noche. Hay noche en la noche. Hay noche en el corazón de la noche. Hay noche en los espacios de la noche. En el ladrido negro de los perros sin cuello. En el pozo donde cayeron todos los amarillos de las estrellas. Hay noche…

Desde lejos, una caterva de amantes ignorados trae -bajo sus pliegues de piel antigua- cartapacios de epístolas devoradas por palabras. Y suspiran y hay noche…

Y menos lejos -casi en el vecindario- junto a un vaso pegajoso de misterios, un borracho queda oscuro de vacío. Se iluminaba de memoria y se quedó -de repente- a ciegas, como las orugas mansas de mis cuentos. Hay noche…

No sé ya cuántas noches como ésta tendré presas en el ábaco de mi insomnio. Ya no las hago decenas. Las inserto y me separo. Y en la luz que naufraga sobre mis manos, una mariposa negra, que voló hasta mi hombro desde el farol que mastica el tronco del naranjo, da sombra y me repite una y otra vez…


Hay noche… Hay noche…

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