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SÍ, TU ERES...




Callado te miro, tan callado como cuando pasa el viento. Sonriente admiro tu alegría y afligido compito tu tristeza. No soy tuyo porque te quiera, lo soy porque me dejas quererte. Porque sabes adelantar tu labios a los míos y así hacer de un beso la melodía atávica de la complacencia. Tú te pintas de azul cuando necesito ver el mar y te haces parda si sueño las montañas. Eres la primera en decir te quiero y la última en olvidarlo. Enciendes cada mañana el día y te dejas prendida en una luz tenue para que no me asusten las noches del invierno que frecuento. Dibujas risas en las sábanas y locuras en las lunas de los espejos. Eres infantilmente contagiosa. Infatigablemente indispensable. Eres quien creo que eres y nunca más voy a preguntártelo…

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