¡ Levántate Semana ! Tiende al albur del viento los telones
infamados de tus trastiendas. Despliega o contén cirros a tu antojo. Derrocha
sol o sé virulenta con la lluvia. ¡ Tú mandas !
Aquí abajo, tantos mortales, esperamos el designio de la
septena en que agrupas la tirada de tus dados. No somos más que aquello que
ocultas en tu despensa, en tu abdomen de horas y trampas… No somos si no la
manada obediente que acude a la sirena de tus fábricas de esperanzas. Los carneros
en el ara del probable sacrificio. Los mártires en la hoguera de las mariposas
silenciosas…
¡ Sublévate Semana ! No podremos ser más si no te enfundas
en un anárquico compromiso. Si no abres el cajón de los azares imposibles, si
no marcas la baraja con serendipias caprichosas…
¡ Sublévate Semana ! Y no des al César lo que es de Dios y a
Dios lo que es del César.
Si rompes la partitura de los tiranos ciegos, por ti y tu
soberbia, yo, Semana, brindaría…
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