Eres mi jueves. Eres la mañana de mi jueves. La tarde y la
noche de mi jueves. Luego, en la madrugada, trocarás en mi viernes, y en su
tarde y en su noche y en su nueva madrugada cambiante, y así -infinitamente- te
convertirás en mis semanas y en mis meses, en el brocal amable de todos mis
tiempos, y así –infinitamente-, serás el ábaco de piel y locura que acariciaré
sin miedo hasta que mi sombra se funda –para siempre, para nunca- con todas las
sombras del universo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario