Yo compondría muchos poemas al mar. Y a sus casitas
marineras. Y a sus barcas tan honestas.
Yo compondría muchos poemas al mar. Y a su existencia de escamas. Y a su abdomen planetario.
Y así, tal vez, escribiría diciendo: ¡Ay mar, preñez azul! ¡Ay mar, semillas de agua!... y otras naderías que se me ocurriesen…
Pero yo fui a nacer en el seco pliegue de un valle. Como un olivo. Como una espiga. Como la llaga de un camino. Y por eso tengo siempre este ademán de lejanía, de destierro, de nostalgia, de equivocación -como un bandoleón tocando una polonesa…
Cuando un día me vaya al mar, pintaré mi casa de blanco-niña, y mi tejado de azul-niña y mi barca de blanco-azul-niña; y por las mañanas, y por las tardes y, en la herida de la noche, me acercaré a su orilla costurera, y le diré, ¡Ay mar, hasta en las caracolas te eché de menos…!
Yo compondría muchos poemas al mar. Y a su existencia de escamas. Y a su abdomen planetario.
Y así, tal vez, escribiría diciendo: ¡Ay mar, preñez azul! ¡Ay mar, semillas de agua!... y otras naderías que se me ocurriesen…
Pero yo fui a nacer en el seco pliegue de un valle. Como un olivo. Como una espiga. Como la llaga de un camino. Y por eso tengo siempre este ademán de lejanía, de destierro, de nostalgia, de equivocación -como un bandoleón tocando una polonesa…
Cuando un día me vaya al mar, pintaré mi casa de blanco-niña, y mi tejado de azul-niña y mi barca de blanco-azul-niña; y por las mañanas, y por las tardes y, en la herida de la noche, me acercaré a su orilla costurera, y le diré, ¡Ay mar, hasta en las caracolas te eché de menos…!
No hay comentarios:
Publicar un comentario