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DÉJÀ VU



Exagera la tarde su arrojo caluroso. Poderosa y paciente. Los pájaros, que ya andaban listos para el viaje, canturrean su indecisión despistados entre las hojas aún intactas. Hay verano en la calle. Hay helados y chiquillos de pantalón corto. Risas de colegio recortado. Hay abanicos y abuelas que lamentan el sofoco. Es el soplo último de la Córdoba auténtica -ribereña fantasía con dos primaveras que desatienden a solsticios y  equinoccios. Esta Córdoba se aferra a la calor y a los veladores plateados. A las tertulias cachazudas en las puertas de una casa cuajada de geranios. En un árbol de corteza caliente algún caracol se ha quedado despistado y no se vestirá jamás de palomilla. El otoño espera entre bastidores. Como un actor de tercera. Sabe que otro año le toca posponer su entrada de estación sin patria.  Me dicen que el río viene alto, como la luna, y mientras, como si todo se estuviese repitiendo, yo sigo trovando a un otoño que descamisa mis alegatos.




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