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DESTINO




El abuelo sigue arrastrando un bolero en la sangre y un arco iris del sur en la mirada. Cuando mi vista anhela más allá de la ventana y veo al invierno poner caperuzas de agua a las hojas de los naranjos... Cuando la letra se resiste como lo hace la doncella al alba... Cuando este día muerde con dientes inconsistentes, sólo me queda recordar el tango del abuelo, el mismo tango donde la palabra volver me insiste en lo necesario: hacerlo con la frente encadenada a la palabra y al verso. La única manera de seguir envejeciendo con el olvido necesario de que, mis ojos de niño, se cerraron para siempre en una encarnizada amanecida.      

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