Esta tarde me he acordado de ti. Siempre lo hago cuando cae
una lluvia diminuta que lame los paraguas cochambrosos. Será, porque casi en su
ausencia, me recuerda la voz con la que amabas. La tarde es escasa, pero el
silencio es amplio como una llanura desierta de redondeles de tinta. Sigo
buscando el aliento por el que llegaba a tu boca. Sigo viendo abuelos en los
parques y escuchando la serenata que los pájaros urbanos vuelcan en los balcones
de los árboles. Se me han escondido las palabras y no hay chiquillas que
rasgueen con sus pasos la vieja guitarra que siempre aparece en mi paisaje. Marzo
se ha caído ya del viejo abrigo de algún dios borracho. El mismo Marzo que
presume siempre de azules y gitanillas. El mismo Marzo que bordará tu blusa blanca
y se enredará con sol de cíngaro entre tus pechos pequeños.
Mientras todo ocurre, yo me he ausentado un tiempo. Me
distraje pensando en algo en que pensar. Ultimando un verso. Viajando entre mi
trabajo y mis aposentos. Demasiado callado. Como esta lluvia. Como tu recuerdo
que otra vez aflora sin que haya ningún marzo por el que espere el regreso de
tu primavera.
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