Ahora, cuando sólo queda la noche y la melodía asombrosa de
las sombras se pasea por este techo que me abriga… Cuando apenas juzgo lo que escribo
por ser esto cosa de magos y no ser la magia disciplina que descifre … Cuando de
la acera se evapora la calor que la tuvo inquieta –como arroyo- toda la tarde.
Es momento de arrancar un silencio del árbol del que cuelgan todos los nombres
y todas las formas y escribir el tuyo con las letras diminutas que me presta la
inconmensurable condena de mi fortuna.
Feliz noche. Feliz Destino.
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