Se sigue desgajando Mayo entre gitanillas y sampedros, entre
buganvillas y clavelinas, entre naranjos y limoneros -como
una flor que huele a todo como si todo llevase dentro. Tiene este Mayo que me
ocupa noches escasas de luna con un trajecito de lunares. Amaneceres amplios,
como hechos para dibujar sobre ellos. Atardeceres de soles aplastados sobre el
albero de una plaza. Ribera amante. Río manso. Agua clara. Ojos negros.
Mayo es siempre imperioso en ésta, mi tierra. Un Mayo que se
revienta de colores sobre la cal de un patio viejo. Que acude al lunar de tu
cara con la intención de un beso duende. Que se pasea por el brocal del pozo
donde arrojé tu último te quiero. Mayo de palmas y rasgueos. De talles que se
curvan sobre las tablas que hacen los gitanos añejos. De Corredera y San
Lorenzo. De San Basilio y Las Tendillas. Calles que, como arroyos, susurran el misterio
de un agua hecha de plata y azahares. Porque es Mayo plata acuñada en la fragua
de tus ojos. Gitano y recio. Cintura entre mis manos y, a lo lejos, las palomas
de Alberti buscando el rincón prohibido de tu templo.
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