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MARTES



Vuelve el martes. Y un panzón amarillo se ha tumbado en el cielo. Se le abrieron unos días al verano, una herida de brisa impostada y nubes cenicientas que hicieron arroyos de otoño en la pendiente de las noches. Un espejismo en la cañada… Mas ya ha vuelto el loco del sombrero amarillo y el medallón incandescente.

Es martes. Un martes más, un martes menos, un martes sin condición ni ventura al que -ya al mediodía- no le quedan cenizas de plata que me hagan mirar al cielo.

No me gusta contar días. Pero es un hábito que ocupa mi trastorno solitario, y así lo acometo, y así lo escribo. Desconozco la insana intención de mi acto. Pero hecho es y hecho queda…

Y aquí trasiego, de mis sombras a mis piedras, de mis piedras a mis laberintos, de mis laberintos a mis lunas… Sin hilos libertadores, sin más agua que la que estanco en mi sed y en mi infortunio. Mitad hombre mitad espectro. Hacedor de cuentos incontables, tejedor de ataujías invisibles, morador de este espacio silencioso donde los versos son turbios y tienen párpados las orugas…

Pero me he jurado no volver a confiar mi suerte a ninguna caricia de cera…


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