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NUESTRAS PEQUEÑAS HISTORIAS






Me estaba acostumbrando a escribir historias dentro de ti. Historias como tú, pequeñas y de amable desenlace. No utilizaba pues escenarios ampulosos -por donde vagasen dioses ni titanes-. También había desterrado las luchas intestinas donde, cualquier artefacto punzante, pudiese herir la minuciosidad de tu piel transparente. Así que mis historias transcurrían por lechos tiernos y amaneceres circulares. Si acaso inventaba un rey, era pequeñito y de modales agradables, y siempre, siempre, repleto de una leal bonhomía. No quedaba lugar para brujas ni para servidores del mal o la codicia y, sólo en tus regresos, podían aparecer lágrimas que empañasen –con encanto- los renglones…

Me estaba acostumbrado a esas historias. No eran historias para todos. Las escribía para ti. En esos enormes compases que se abren entre las manecillas de mi tedio. Siempre las tejía a mano, con esa letra redondita que sólo utilizo cuando la fe me regresa a los quince años, con esas tildes minúsculas –lejos de la inquina de lo agudo-, con esos puntos suspensivos que dicen tanto al final de una frase que, por pudor, no se concluye…

Me estaba acostumbrando… Otra vez… Después de tanto tiempo de pregonar historias más bulliciosas –aunque bien es cierto que, quien tiene la virtud de soportarme, sabe que no soy yo escribiente de muchas vocinglerías -.

Hasta tenía mi cuaderno-de-historias-pequeñas. Un cuaderno laxo, con anillas en su cumbre y hojas de un medroso color gris. ¡Qué poco importaría a quien no conociese nuestro lenguaje! ¡Qué pueril! ¡Qué escaso! Porque mira que me cabían palabras cuando, a un te quiero, lo rodeaba con tu nombre…

Y ahora que pretendes irte ¡cómo lo voy a echar de menos! A ti y a mi cuaderno –ese monto de confesiones inconfesables…-. Lo dejé mutilado de una historia de la que no quise contar el final…


Si concluyes tu decisión, tal vez lo introduzca con sigilo en tu mochila. Y si un día lo descubres –más gris y más ajado-, quiero que seas tú la escribiente que decidas, en que “te quiero”, vas a poner los puntos suspensivos… 

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