Me preparo para tu regreso. La piel morena de luna y un
rocío -de agua-azahar- en mi pelo. Una rosa de viento en mi mano siniestra y
mil fortunas para entregarte en la mano con la que escribo.
Me preparo despacio –que ya tengo toda la prisa-. El
pantalón sin arrugas –todas en mis sienes-. La camisa si la orfandad de algún
botón olvidadizo. La barba –cautiva del invierno- tan asedada como se puede asedar
una selva.
Me preparo sin ensayos. Al albur de lo que tilde tu sonrisa.
El abrazo en el alma –protegido para el momento-. El beso en el infierno –para
que prenda sin demora-. Las caricias ya en tu vientre –que siempre me pudo la
vehemencia-. Y dos palabras que te sabes –pero que no voy a dejar que se te
olviden…
Me preparo sin saber y sabiéndolo todo. Sin esperar y
esperándolo todo. Sin exigir y exigiéndolo todo. Sin impaciencia, pero puesto
en pie –de puntillas- en la cumbre titilante de la estrella que he mirado,
noche a noche, desde que marchaste con promesa de regreso…
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