Se asomó a la tarde sin flores. A la tarde sin sueños. A la
tarde sin alma.
Se sinceró con el viento y compartió camino con las sombras
de las abejas campesinas.
Y agotado de portar silencios, se sentó a esperar la noche,
como quien espera, a que la vida, sostenga los raíles al infinito de la risa...
No hay comentarios:
Publicar un comentario