Datos personales

UNA MUERTE CUALQUIERA...




Hoy ha muerto “la Quisca”. No le gustaba que la llamasen así, porque ella era Francisca, que así le habían puesto sus padres y un cura achaparrado y calvo de la Parroquia de San Andrés. Pero bueno, ahora está muerta. No creo que ya le importe mucho. A la Quisca la han vestido con un traje negro y largo –que parece un paraguas tamaño persona- y unos zapatos de tacón juicioso para hacer el camino al más allá. Y le han puesto los pendientes de oro de su madre por si hubiera que pagar peaje en algún sitio… En el salón de su casa la van a tener de cuerpo presente –que lo que es el cuerpo sí que se ha quedado- hasta las cuatro en que aparecerá el coche fúnebre y llegará hasta donde pueda que, por las Callejas Viejas apenas cabe un vespino.  Así, de esta guisa, le dará el último adiós a sus cuatro hijos, catorce nietos y dos biznietos apenas destetados, amén de a los vecinos y vecinas del barrio -que no era la Quisca persona malquerida. La Quisca tenía las manos negras como las botas de un sargento porque anduvo vendiendo carbón desde los dieciséis, que por sus manos pasó todo el calor de los braseros de esta parte añeja de Córdoba. También tenía la Quisca un ojo vago y una pierna ligeramente cambada, que bastante tuvo que aguantar siendo chufla de los que, entonces –como yo- éramos chiquillos de tripa al aire y lengua ponzoñosa.

La Quisca ha muerto en el mes de los difuntos –que lo mismo lo tenía preparado- y por eso se va a encontrar con un cementerio de San Rafael lleno de jarrones floreados y con unas tumbas más aseadas que de costumbre –que los deudos fregotean mármoles y conciencias en estos días de noviembre.

Yo, a eso de las cuatro, cuando cierren la tapa del catafalco, me acercará hasta su puerta y, rememorando las chanzas infantiles, le rezaré, a modo de arrepentimiento, mientras la trasladan al coche luctuoso, un par de padrenuestros muy sentidos y un ave maría ligero para que dios la tenga en su gloria y, si puede ser, le conceda un algo de la belleza y fortuna que no tuvo en esta tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario