Llueve como si no hubiese llovido nunca. Como si al cielo se
le hubiese olvidado y se recrease, ahora, en la dicha de sentir cómo puede
verter agua. Es caprichoso el cielo. Y azul. Y testarudo. Y olvidadizo. Es un
poco como tú, volátil y mágico. Si tú llovieras lo haría siempre de tarde en
tarde y de grande en grande, porque no eres tú mujer de menudencias; cuando
amas, amas mucho y cuando des-amas viertes -sin mesura- amantes de agua en los
mares de tu memoria… Nunca piensas que, por inmensos que te parezcan,
todos los océanos andan prisioneros en los acantilados del tiempo.
Llueve como si no hubiese llovido nunca…
…Y te recuerdo como si jamás hubieses dejado de empaparme…
…Y te recuerdo como si jamás hubieses dejado de empaparme…