Quedó la araña equilibrada en
la hebra.
Arrugadas las patas en su pecho de plomo.
La cabeza inmersa.
Los ojos vueltos a la nueva ceguera.
Al fin, indiferente y lúcida.
(Agotado el último aliento de seda en cumplir su destino inexorable…)
Arrugadas las patas en su pecho de plomo.
La cabeza inmersa.
Los ojos vueltos a la nueva ceguera.
Al fin, indiferente y lúcida.
(Agotado el último aliento de seda en cumplir su destino inexorable…)
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