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11-M




LA RENUNCIA
(in memoriam a las vidas salvajemente truncadas el 11-M)


Esperaba sentado en aquella butaca mientras percutía, sobre las losetas algodonadas, con sus pies descalzos. En su regazo, dos alas, una venda para los ojos, un arco, un carcaj y, al menos, dos docenas de flechas. Llegado su turno, entró en el habitáculo con olor a cielo y puso su arsenal sobre la mesa. Quien le miraba desde el otro lado  -ocupando un espacio infinito- esperaba una explicación a aquella renuncia tan inusual. Tomó el aire necesario para espetar lo que tanto había pensado: No pienso seguir disparando mis flechas mientras otros sigan disparando sus balas. 

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