Aunque ando en la trastienda
de las vocales y las sombras, más silente que sonoro y más afanoso que fértil.
Aunque me duele -como duelen pocas cosas- esta tarde que se arruga y evapora, y
esta oscuridad que ya doblega mi peto y hace punzante el yelmo que encarcela el
brote de mi locura.
Aunque no sé del tiempo que
me resta ni de las palabras que me caben, pues soy universo pequeño en un útero
que, escaso de piel y celo, me gira y me alimenta. Pasar no quisiera el día sin
hablaros, sin escribiros, sin reprocharos, sin deliraros, sin echaros de menos,
sin disculparme y sin confesaros que todo lo que fuisteis yo fui y que, todo lo
que me demandéis, justamente seré...
Madres, hermanas, hijas,
amantes… Campesinas, taquígrafas y parteras; costureras, poetisas y
psiquiatras; geógrafas, panaderas y maestras; prostitutas, regentes y centinelas;
mujeres todas en mis quimeras y en mis infiernos; en mis hogares y en mis veredas;
en mis candelas y en mis aguaceros; en mis olvidos y en mis recuerdos… Os tuve
tanto… Os besé tanto... Os deseé tanto… Os lloré tanto… Os escribí tanto… ¡Cómo
de feliz me hicisteis…! ¡Cómo de desdichado…!
Ya que sabéis de mi pobre amor
imaginario yo, sin enturbiarme, me señalo hoy en vuestros rostros y en vuestras
manos, en vuestros labios y en vuestros vientres, en vuestros pechos y en vuestra
alma, pues me hice trovador para escribiros y me hice camino para encontraros…
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