Vuelvo a cumplir años. Como un árbol. Como una torre. Ni el
mar ni el cielo cumplen años… Tampoco las hormigas pues es ligera su
existencia… Pero yo sí. Yo cumplo años como un puente. Como una catedral. Y los
cumplo y los llevo enredados en mi piel y en mis cabellos. Y los cumplo por
fuera y por dentro. Y los soporto y me soportan. Y los río y los lloro. Y los
amo y los odio. Y los contemplo en el espejo. Y en la cama. Y en mi forma de
ver borroso cuando no llevo mis gafas. Y en mi manera de maldecir cuando no
encuentro las llaves. Y vivo conmigo este acontecimiento acostumbrado como vivo
una puesta de sol o una marejadilla de puerto. Cumplir años. La mayestática
rutina de la vida.
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