Sobre tu caballo verde. Sobre las cadenas de todos los
gitanos que apresaste con tus versos. Sobre la enagua de la mozuela que resulto
no ser mocita. Sobre la última gota de sangre que multiplicaste en el Hudson –ése
que se emborrachaba con aceite. Sobre la
coronilla párvula del niño que miraba la luna lunera. Sobre las reyertas con
navajas de cachas de plata con las que pretendiste a los hombres. Sobre el
agrio limonero que no tenía sombra ni gracia. Sobre la tumba de los Camborios.
Y sobre la maldición de la bala certera que, entre el ramillete de cristales y
sangre, acabó con tu vida de gitano, de granaíno y de poeta. Yo coloco, Federico, el pesebre de tu nacimiento, y le rezo a media lengua con plegarias verdes y, con verdes
sueños te recuerdo como eres, porque recordarte como fuiste sólo lo hacen aquéllos
quienes ni te quisieron ni te quieren...
(un cinco de junio como éste nacía el genial poeta andaluz)
(un cinco de junio como éste nacía el genial poeta andaluz)
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