Me gustas cuando despiertan
tus ojos.
Y cuando,
a eso de que el sol
te va vistiendo,
vas tú, y te desperezas.
¡De qué manera tan extraña lo
haces!
¡Diría que quieres retorcer
el Planeta!
Me gusta cuando estornudas,
porque pones nariz de
animalillo,
y se te unen los hombros,
y se te pliega la frente,
y se te cierran -asidas al
aire-
tus parvas manos de muñeca.
Me gusta cuando comes
chocolate
y se te ríen los ojos y la
barriga,
y frunces el ceño,
y te enojas -sin querer- conmigo
por mi cómplice sonrisa marrullera.
Me gusta cuando retozas por
el parque,
y se te hacen esferas en las
piernas,
y combas tu cintura en
equilibrio,
y miro, en mi descanso,
el sudor que brinca de tu
esencia.
Me gusta cuando bostezas
porque se te ha echado encima
el día,
y te resbalas por mi hombro,
y, poco antes de anidar la
noche,
apagas tus párpados de fresa.
Me gusta cuando haces
todas las cosas que todo el
mundo hace
pero, es que tú las haces
-o a mí me lo parece-
increíblemente bellas…
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