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EL HOMBRE QUE SE SUICIDÓ UN POCO



Me cuenta que hoy un hombre se ha suicidado un poco. Dicen que lo vieron llegar hasta el río, se descalzó, y se introdujo en él hasta la cintura. Refieren que, con la mano diestra, se tapaba la nariz y que mantenía los párpados apretados hacia dentro -que hacía afuera es cuando se quiere ver en abundancia.

En el río hay siempre un par de pescadores urbanos -hasta cuatro si es primavera-, con cañas largas como para un océano y gusanos vivos como para una trucha obesa. Fueron ellos los que, tras contemplar la extraña actuación del presunto suicida, alertaron a las autoridades locales.

Personadas éstas en el lugar de los hechos, interrogaron a los denunciantes sobre la actitud del descamisado -pues también de su camisa se había desprendido. 

-Lleva ahí desde las ocho de la mañana -les indicó el pescador más osado y de mejor control horario.

-Pero, ¡si son las cuatro de la tarde! -soltó con asombro un agente que comprobaba la esfera de su Festina mientras se rascaba la cabeza.

El pescador se encogió de hombros. Los otros cazadores de escamas le siguieron en el gesto.
Un agente de refuerzo, recién llegado -no se sabe muy bien para reforzar qué- gritó:

-¡Maestro! ¿está usted bien?

-¿Todavía no estoy muerto, verdad? -preguntó el hombre del agua hasta la cintura, sin dejar de darles la espalda.

-¡Yo creo que no! -vociferó de nuevo el guardia municipal- ¡Lo estoy sintiendo hablar!

Esta vez todos se encogieron de hombros -hasta dos transeúntes que se habían arremolinado consigo mismos en la orilla.

Dicen que, al poco, el hombre -que era de edad temprana- comenzó a salir del río. Abrió los párpados, se destapó la nariz y se puso los zapatos y la camisa.

- ¿Pero qué ha hecho usted buen hombre? -volvió a interrogar el agente que antes vociferaba.

- Me iba a suicidar un poco -murmuró con cierto rubor el que, en otras circunstancias llamaríamos, a esta alturas de la narración, pobre inmolado.

- ¿Con la cabeza fuera del agua? -indagó con discreción uno de los pescadores.

- Era un ensayo. Ella me ha dicho que no tardará mucho en dejarme…

(El redactor de este artículo confiesa que también una vez se suicidó un poco y que, aunque aún siga respirando aire y humo y alientos ajenos, no ha recuperado aún toda su vida por entero…)

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Ilustración: Hombre del Río (El Hombre Río es una 
escultura flotante situada en Córdoba (España) de los 
escultores Rafael Cornejo y Francisco Marcos, que tallaron la 
figura de un hombre tumbado que posteriormente dejaron 
una madrugada, por sorpresa y sin conocimiento de ninguna 
Autoridad, en abril de 2006, anclándola al fondo para evitar 
su deriva. Ante la insistencia de los cordobeses y, pese a una 
actitud poco receptiva del Consistorio, aún sigue bañándose 
en el hechicero cauce que atraviesa a la ciudad Sultana)  

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