Hoy, para lo que es mi costumbre, me asomo temprano al día.
Como un infante la mañana de los Reyes Magos. No espero quimeras. Si acaso un
rayo de sol que tamice mi lectura y un árbol recio que, más tarde, haga cálida
la estancia en mi parque enjaulado. Caminaré hasta una fuente antigua -de esas
que guardan el secreto del agua fresca- y compartiré con un gorrión osado el
caño transparente. Luego, tachas y tachas en mi cuadernillo de poemas. Una
cintura que me sorprenda. Una risa que rivalice con el horizonte. Uno ojos que
me aturdan. Y, a lo más, un verso, sobre ti, sobre tu primavera o sobre tu
olvido…
Feliz día. Feliz destino.
(Amanece bella América)
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