No me gusta verte triste, porque yo me pongo triste, y me detengo
en el camino y mis manos se me cansan, y mis ojos se me cubren, y la garganta se
hace arena y se me encallan las palabras.
No me gusta verte triste, porque yo me pongo triste, y las
piedras no me hablan, y los sueños se me espantan, y las rejas se hacen altas y, las lágrimas que dejas, astillan
los aros del agua.
No me gusta verte triste, porque yo me pongo triste, y las
noches se me alargan, y las gubias ya no tallan, y a mis paredes les crecen
amarillos en las panzas.
No me gusta verte triste, porque yo me pongo triste, y si
los dos somos tristeza, hay herrumbres en el Cielo y cenizas en la Tierra …
Dime niña de dónde viene,
la risa que acostumbrabas
-aunque sea de allende de los mares-
que atrás dejo mi verso
y me enmascaro de pirata.
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