Regresó Abril. Sin llamar a la puerta. Como otros tantos
hurtadores de mi tiempo. Con su sonrisa de monarca bonachón y sus amaneceres
rubios y sus aguas irreprochables. ¡Abril florido y hermoso ¡Abril lluvioso!
-que dijo una vez alguien, y luego lo dijo muchas veces mi abuelo…
Abril sin apellidos. Inquilino de un vientre inmenso que
mece la primavera. Abril sin reparos. Con la confianza de quien se sabe conquistador
de la luz. Abril voraz en sombras. Abril de incienso y pasitos de costalero. De
palios y saetas. De ancianas raídas de penitencias. De flores bravas y moscas
recién reclutadas para la batalla contra el éter. Abril tapizado de olores. Lienzo
de pintores locos que temen a la oscuridad del Infinito.
Abril de mocitas que se remanga los codos y las faldas.
Roba-besos de esquinas. Galán de noches largas donde la saliva venda los labios
agrietados. Abril amante. Abril resentido. Abril soberbio.
¡Ay Abril!
Por el lamento de mi alma y mis espacios
¡Qué poco aprecio te tengo!
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