No deja la lluvia de coquetear con mis palabras, ni frena
sus aspiraciones de convertirse en primera actriz de esta comedia de primavera.
Apareció hoy nuevamente. Frágil pero intensa -como algunas amantes de lenguas
complicadas. Danzando sobre las espirales de sus charcas de adoquines.
Empapando las alas de los gorriones que pían aburridos sobre las ramas
colmaditas de verdes retoños.
Es Abril… Y las aguas son mil… Garabateo trocando el dicho.
Y escribo: mil y una. Mil para siempre, y una para que tú rías bajo mi paraguas
de inofensivo escribiente.
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