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Y VUELVE...



Regresó la noche. Estúpido de mí que siempre pienso que algún día se extraviará en el camino. Encendí mi candelabro y apagué la memoria -sé que los recuerdos prenden solos.

Regresó con su vestido de siempre, su lengua voraz, y sus abalorios mentirosos -¡cómo engaña el oro a las puertas de las covachas!

Regresó con la campanita de plata que llama al brillo quejoso de los astros más antiguos. Astuta y sucia de lamentos. Ciega.

Hará frío para quien no tenga morada y, aún más frío para quien extraviase, en un descuido, el alma bajo la piel de alguna espalda. Habrá soledades en las torres de los reflejos y tronarán fuertes los arroyos por la mudez de las aves enamoradas. Se limpiaran de risas las aceras y las hormigas empezarán el banquete sobre las alas del escarabajo muerto.

Regresó la noche… Mi noche y tú noche… ¿Quién no la esperaba?

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