Datos personales

¿QUIÉN MATARÁ AL POETA?



¿Cómo deciros que yo no soy el poeta? ¿Cómo deciros que el poeta tiene mi barba, y mis manos y el desvelo de mis ojos, pero que yo no soy el poeta? ¿Cómo deciros que el poeta se fuma el tallo de mis cigarros, construye la sombra que me persigue y lee los libros con los que aprendo, pero que yo no soy el poeta? ¿Cómo haceros saber que el poeta riega mis terruños, troncha mis panes y alimenta a mi gato, pero que yo no soy el poeta?

Yo sólo soy ése que el poeta encontró bajo las polillas de una farola. Con la noche echada por encima y diez rones mezclados en el hígado. Con un billete de menos en el cinto y una caricia de más en la mejilla. Con unas sandalias gastadas y mucha arena de reloj entre los dedos.
Con una historia en el bolsillo y menos de cien palabras para contarla.

Yo ya conocía al poeta. Lo sufrí en mis años de novias adolescentes. Era el que regalaba versos a beso la docena.    
El que abría flores con los labios y botellines de cerveza con los dientes. El que siempre tuvo ínfulas de verbo y un destino enredado entre paréntesis. El que no volvió a rimar hasta que me encontró de nuevo…

Y me encontró tal y como os he contado. Atiborrado de noches bajo una farola. Ebrio de soledades contando inútiles firmamentos. Y desde entonces decidimos caminar juntos. Empobrecer el mismo sendero. Los mismos atajos. Detenernos en las mismas luces y escondernos en las mismas penumbras. Cuando la tenemos, tenemos la misma mujer y, cuando toca, lloramos el mismo desengaño. Juntos luchamos frente al águila que devoró infinitamente a Prometeo, pero nunca nos trocamos…

No lo hagáis. No debéis confundirme con el poeta. No somos ni seremos el mismo. Nos necesitamos y nos odiamos. Pero, como mucho, seré yo el que lo ajusticie una noche en que mis mariposas negras se cansen de tanto verso hueco y engolado…



No hay comentarios:

Publicar un comentario