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HOY



Hoy me he levantado temprano. Como los pájaros urbanos. He estrenado este mañana de octubre cercano al balcón. Visionando a tres ancianos que, al otro lado de la calle, caminaban presurosos calzando zapatillas deportivas y unos ridículos pantalones cortos, robando a la acera el remedio para su colesterol mediocre y su tensión alta –el hombre se esfuerza en vivir más que sus arterias... Los ancianos hablaban a voces, sin la vergüenza de lo prematuro –siempre los ancianos hablan a voces para hacerse notar que siguen vivos. Hablaban de nietos amados e hijos despechados. Desde el fondo de la calle erguida -a la altura del veintitantos- el primer reflejo de sol aparece bizarro y pleno. Ya es de día. Ya se alzan las persianas en su bostezo rutinario. Ya se acuestan las brujas y el mal de ojo. Ya se recogen los amores furtivos. Ya se pierde la oscuridad en su gruta de siempre. Ya comienza el corazón a latir conocedor de que el tiovivo se ha puesto de nuevo en marcha…  

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