Este es un otoño de rastrojos aún humeantes, donde el cielo se desploma claro y el campo crece sin respeto. No caen las hojas ni se implica la lluvia con la tierra. No es como los otoños de mi infancia. Aquéllos de rebecas y suéteres desdoblados que aún olían a naftalina. De sabanas de hojas enfundando los jardines y de una lluvia discreta que mojaba las cabezas medio rapadas de los críos. No se oye la voz quebrada de los abuelos barruntando la cosecha y el sol se luce alto, impío, vencedor de alguna batalla desconocida. Hay lunas dóciles y estrellas indiscretas. Hay, como siempre amantes, pero los besos no parecen los mismos besos.
Este no es un otoño de antes.
Este otoño se ha dormido.
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