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VISIONES ENTRE UNA LUNA DE OTOÑO


Luna de otoño, no alcanzo a comprender tus lamentos. No entiendo tus reflejos sobre este corazón que te aguarda. De cerca viene la vejez y de lejos la hermosura. Contradicciones me atormentan entre sueños y son los sueños de otros los que ahora impío destrozo. ¡Cuánto de locura hay en mi silencio! Cada palabra es un martillo que golpea mis sienes con la furia de los titanes. Cada ausencia es un canto de sirena al que no respondo, no por sabio, sino por viejo… Se acurrucan los recuerdos en un baúl que transporto. Viejo e insondable. Testamento de  lamentos.

Luna de otoño. Te canto sin hacerlo. Te desprecio sin el miedo que me producen las providencias que no acierto, las sierpes que adivino, los dragones que se dibujan en las noches que mantengo. Solo. Sólo yo y el silencio. La compañía ominosa de su estampa me recibe sin remedio. A las puertas de una catedral vieja hay un viejo cura y un novicio nuevo. Hay una monja cursi y una núbil doncella. Bajo la luna de otoño todos mis sueños son misterio, visiones que se ocultan y ocultos sacramentos. Bajo la luna de otoño escribo como un poeta loco lejos de mis fueros. Y a falta de más palabras plasmo estas visiones que me atormentan y me dan calor, el calor de un estúpido silencio.

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